domingo, 31 de julio de 2011

Un país ordenado y seguro

Escribo esta nota con motivo de comentar el spot televisivo del candidato radical Ricardo Alfonsín. (Se puede ver en http://www.youtube.com/watch?v=pfs6FuOfgcU)
En dicho spot Ricardo Alfonsín nos relata por qué quiere ser presidente y nos cuenta que tuvo la posibilidad de viajar visitando países limítrofes como Chile, Brasil, Uruguay. Allí encontró países seguros y ordenados. Por eso se pregunta por qué en Argentina no podemos hacer lo mismo.

A partir del nuevo siglo Latinoamérica asistió a un momento histórico en el que asumieron como presidente varios candidatos de corte progresista, socialista (Ricardo Lagos Escobar en Chile, Luis Inácio Lula Da Silva en Brasil, Tabaré Vázquez en Uruguay, Néstor Kirchner en Argentina...).
Gobiernos que podrían considerarse exitosos y que lograron combatir varios de los problemas que flagelaban a dichos países por ese entonces.
Consideremos a los países que menciona Alfonsín y su lucha contra los índices de pobreza:
En Brasil el programa de Bolsa Familia por ejemplo ha beneficiado a 11 millones de familias. En Uruguay el Plan de Emergencia Social y el Ingreso Ciudadano llegó a 80 mil y 77 mil  familias respectivamente (1). En Chile por ejemplo el índice de pobreza pasó del 40% en 1990 a 13% en 2006.
Pero antes de seguir contrastemos esta información con otra:
Por ejemplo en Brasil todavía el sector más rico de la población obtiene el 45% de las ganancias mientras que el 50% más pobre sólo el 14%, o que el 74% de la población es considerada con analfabetismo funcional (2) (3).
En Chile, a pesar de la notable disminución de la pobreza, luego de 20 años los siguientes índices siguen muy similares: el 10% más rico de la población se queda con un 40% del PBI y el 1% más rico con el 30% (4) (5).
Es decir, estos gobiernos efectivamente atendieron a un problema, la pobreza. Pobreza entendida conceptualmente como lo que podemos leer en cualquier medio de comunicación: pobre es aquel que considerando sus ingresos no puede acceder a una canasta básica de bienes (No por nada se genera una discusión importante en nuestro país en torno a si las estadísticas relacionadas a ingresos y precios de bienes afecta más a ricos o a pobres). De manera que la solución alcanzada resultó ser, por así decirlo, de un orden técnico: elevar el nivel de ingreso o facilitar el acceso a esa canasta básica. Y un crecimiento económico del país sin duda posibilitaba atender a estas cuestiones.
Atender esas necesidades permite tener seguramente un país más ordenado, apaciguando las manifestaciones sociales que reclamaban cosas básicas como poder comer. Había consenso en un amplio sector de la sociedad argentina que entendía hacia comienzo del siglo que había que atender a los desnutridos de las provincias, ayudar a los comedores del conurbano, a los cartoneros clasificando la basura, etc.
Seguramente se puede tener un país más seguro cuando se amplían beneficios asistenciales a una gran parte de la población vulnerable. No por nada proliferan los lugares comunes y las frases de perogrullo como: "si alguien no tiene para comer es obvio que va a salir a robar" como si todos los pobres fueran ladrones, o todos los ladrones fueran los pobres (De cualquier manera nada garantiza que ante un inminente recorte presupuestario a los primeros que se les retiren los beneficios económicos sean a los sectores más vulnerables).
Lo que no permitió tener un país “ordenado y seguro” en Argentina, a imagen de algunos otros de Latinoamérica, fue poner sobre la mesa un concepto de pobreza distinto. Una concepción que viene de la mano del concepto de desigualdad, del de distribución de la riqueza y del poder, no sólo económico. Que no sólo se determine en función de ingresos, sino del desarrollo de capacidades que quien no es pobre en sentido estricto sí puede desarrollar: capacidad de gestionar un hogar propio o un retiro jubilatorio ante aportes insuficientes, acceso a medios de comunicación de calidad, participación en las ganancias en una empresa, entre otras cosas.
Porque conflicto trae, en definitiva, discutir renta. Así sucedió que las manifestaciones o reclamos comenzaron a realizarlas aquellos sectores que sentían que le metían la mano en el bolsillo. Entonces el consenso, social y de los medios de comunicación, pasó a legitimar que teníamos un país o un gobierno que todo el tiempo proponía conflicto, crispación, etc.
Sin duda hoy el conflicto no tiene tanta buena prensa como a principio de siglo, siendo que la situación del país no es tan complicada como antes: ahora las manifestaciones molestan, la constante discusión es tediosa (¿Quién no quería discutir en 2001, por ejemplo?), seguir analizando el pasado es cansador,  los cartoneros dejan todo sucio, los beneficios asistenciales se usan para el juego y la bebida, sus beneficiarios no quieren conseguir trabajo formal, etc, etc.
Y no por nada son más permeables spots de candidatos que proponen menos enfrentamiento, menos crispación, más tolerancia...

martes, 26 de julio de 2011

Sobre la política personalizada y personalizante en tiempos de Macri y Del Sel

Historias de vida, no corrientes ideológicas. Esa conducta pareciera que se estuviese acentuando en muchos votantes, a lo largo del país. No hablamos de que sea algo masivo, pero sí de una tendencia que parece consolidarse, y, por simbiosis, hasta los propios políticos la alimentan.

  ¿Ejemplos? En las campañas, afiches y spots en televisión, radio e Internet se centran en los candidatos, en sus nombres, sus gestos, sus imágenes, y minimizan o directamente ni mencionan a qué fuerza pertenecen. “Cristina, Cobos y vos”, decían austeramente los afiches del kirchnerismo en el 2007. “Tengo un plan”, anunciaba Francisco De Narváez, sin indicar qué fuerza representaba. Este proceso no es nuevo, pero la velocidad de su difusión se aceleró en los últimos años.
  Del mismo modo, se escucha cada vez más decir “yo voto a tal”, “yo voto a X”, “yo voto a mengano”, y mucho menos “yo siempre voto al peronismo”, o “yo soy socialista”, o “yo soy de derecha”. Cada vez más se detecta la tendencia a hablar y actuar, políticamente, en términos de personas. Las cuestiones abstractas, así, parecen quedar relegadas, o por demasiado complejas, o por tediosas, o por tener demasiado “sabor” a política, y, eso está instalado, es malo. Esto se refuerza con la desconexión cada vez mayor que parece haber entre una masa de votantes y las categorías ordenadoras de lo político: izquierda, derecha, conservadurismo, progresismo, liberalismo. El efecto de personalización de la política enfatiza ese borramiento de las conexiones entre la imagen de un candidato y su ideología. 
  Y no es que “no existen más las categorías ‘izquierda y derecha’”, como suelen decir quienes no se asumen como conservadores, sino que muchos votantes no las tienen presentes al momento de emitir su voto, que no es lo mismo.  No deja de ser grave esta disociación. Si uno vota por características personales a tal o cual candidato…¿qué relación tiene eso con el modelo de país, de provincia o de municipio que llevará adelante? Si voto a alguien porque “es millonario y entonces no va a robar nada”, ¿qué implica esa característica para saber qué modelo de salud y educación pública quiere? ¿Qué relación hay entre esos atributos y la política a seguir una vez que se asume un cargo?
  Si voto a alguien porque “es exitoso; se hizo de abajo, y le habla a la gente de cosas simples”, ¿cómo imagino que abordará la conducción de una fuerza policial? ¿La depurará de ladrones, violadores y secuestradores? ¿O hará un pacto de “no innovar” con las cúpulas? ¿Impulsará planes de viviendas, accesibles para la mayoría de las clases sociales, o dejará todo en manos del “libre mercado”?  ¿Qué hará cuando un hospital privado quiebre? ¿Lo estatiza y socializa las pérdidas, manteniendo los puestos de trabajo y la atención a los pacientes, o deja que todo lo arregle la Justicia y ya?
   Y el tema, delicado, es que esas personas que uno vota, por tales o cuales rasgos personales, sí o sí, cuando gobiernan, toman decisiones…ideológicas, o según sus valores, sus visiones de mundo, o como quieran llamarlas.  O sea, se los vota por aspectos personales pero ellos gobiernan, obviamente, con ideología. Ese foso es el que se hace presente con fuerza, y, al parecer, la tendencia se acentúa.
  Y tenemos a Mauricio Macri, cuya fuerza de centroderecha ha ganado en la ciudad de Buenos Aires las elecciones de 2005, 2007, 2009 y 2011, tanto legislativas como a Jefe de Gobierno.  Una centroderecha que, intencionalmente, no se presenta como tal, sino que apela a frases inevitablemente edulcoradas.  ¿Quién va a estar en contra de “solucionarle los problemas a la gente”? El dilema que ese es el slogan, pero en el poder las “soluciones a los problemas de la gente” pueden ser muy diferentes, según el color político. Y “solucionarle los problemas a la gente” no es un plan de gobierno, ni una indicación de qué valores guiarán el rumbo de la gestión.
   Y ahora pensemos en Macri, en términos de atributos personales: es empresario, por ende, es rico, y “exitoso”, o, al menos, es alguien asociado a generar puestos de trabajo y riqueza y, además, queda dicho, “como tiene guita no va a robar”. Siguen los éxitos: gana las elecciones en Boca, y el club obtiene las mejores marcas de su historia en cuanto a títulos futbolísticos. Penetra su imagen en un universo popular distinto al que ingresaba por su pasado de empresario. Por último, “da bien en cámara”, simula ser descontracturado, alegre pero no irresponsable, no le tiene miedo al ridículo, se besa ante las cámaras con su mujer embarazada...o sea…parece un tipo macanudo. Y encima es exitoso como empresario, como dirigente de un club, y no le hace falta robar.  Es una persona indicada para gobernar la ciudad de Buenos Aires. ¿Que es de derecha? Eso no importa, eso ya no existe, o, si existe, Macri no “parece” de derecha. Si tiene un rabino de candidato, una mujer especialista en Desarrollo Social de vicejefa, y una persona discapacitada como dirigente importante de su partido, y todos sabemos que la centroderecha odia a esos sectores.
   Por último, en cinco meses, un actor cómico que jamás se interesó públicamente por la política, la economía, la salud, la educación, las obras públicas, o la cultura de su provincia; que decidió presentarse para gobernar esa provincia hace cinco meses, sin haber participado antes en ningún tipo de cargo ni de debate público sobre qué modelo de gestión piensa seguir. Que tiene un léxico limitado y que reconoce que no sabe de la mayoría de las cosas que tendrá que resolver si gana para el cargo al que se presenta. Ese actor cómico, casi es electo gobernador de Santa Fe por el voto de más de 600 mil de sus comprovincianos, de todas las clases sociales, respaldado en la misma coalición de centroderecha que sostiene a Macri. Y no es que Del Sel hizo esa elección “a pesar de” todo lo que mencionamos recién, sino al revés: “gracias a” esos elementos.
  Pero atención. En Santa Fe, al no existir “lista sábana”, la tendencia a la personalización de la política es más brutal. Miguel Del Sel no tenía que instalarse para ser conocido. Ya lo era de antes. Y por ser exitoso, por “hacerse de abajo”, por triunfar, nada menos, que en el mundo de la televisión y del teatro. Y encima hizo dinero, mucho, y, claro, “no va a robar”. Por eso, como hipótesis: una parte importante del voto al PRO en Santa Fe es justamente a Del Sel en tanto exitoso-rico-persona que no viene de la política.  No se lo vota, en muchos casos, a conciencia como un conservador. Se lo vota en base a apelaciones a su “imagen pública”. Y si será de fuerte la tendencia a la personalización, que el PRO, que casi gana la gobernación, no ganó ni en un solo municipio de toda la provincia, y terminó tercero en las elecciones a legisladores provinciales. No se votó por el PRO. Se votó por Del Sel.
   La cuestión clave es: las políticas sanitarias, educativas, económicas, culturales, etc, ¿se definen según qué visión de mundo tenga ese gobierno, o según el puesto de trabajo, la imagen, los gustos personales del gobernador? Del Sel, de haber sido electo, ¿qué hubiera hecho ante un proyecto para que la provincia fabrique medicamentos? ¿Se hubiera basado en sus creencias, ideologías, valores, visión de mundo, o en que es profesor de educación física y cómico?
Esta es la opinión de nuestro amigo Ale, a quien agradecemos saber poner en claras, clarísimas palabras, lo que muchos no sabemos cómo decir: ¡GRACIAS ALE, NUEVAMENTE!

miércoles, 13 de julio de 2011

Mis reflexiones en torno a las elecciones del domingo y lo que está en juego

Es verdad que yo escucho poca radio, veo poca tele, leo pocos diarios. También es verdad que soy media pava para prestarle atención a algunos detalles. Pero de las elecciones del domingo me enteré.

Ayer veía a Filmus en canal siete. Y para mí, el tipo está resignado. ¿Saben qué leo en esa resignación? Leo un proyecto que no es lo que quiere "la gente" de Buenos Aires. Por supuesto que es el proyecto que quiero yo. Pero no es lo que quiere la mayoría del electorado porteño.
Y no es que estén equivocados, no leen mal la realidad. El votante porteño la lee de acuerdo a sus principios, de acuerdo a su estilo de vida, de acuerdo a su manera de vivir en sociedad. Y la lee así (por el momento prefiriendo el modelo macrista de ciudad) porque es Macri quien mejor responde actitudinalmente al tipo que se sienta frente a un televisor o frente a una computadora, o frente a una radio y mira, lee o escucha. Y esto sólo enfatiza la poderosa fuerza socializante de los medios de comunicación, vaya para donde vaya la orientación política del que reproduzca la idea. Y eso es muy fuerte, es tremendamente fuerte.
Y lo más llamativo es que quien vea un programa de televisión crea que "sólo está viendo un programa de televisión". Cualquier programa de televisión adhiere a ideas, a proyectos políticos, a opiniones, a formas de ver la realidad. Incluso el que se jacta de ser un "programa que entretiene y nada más", "que no tiene ninguna orientación política", la tiene. Porque "el no tener una orientación política" ES una orientación política. Es una decisión, es una manera de leer la realidad.
Y esta manera de reproducir la idea política de la antipolítica -de la que Macri es el campeón de los campeones, por lo visto- es la más poderosa de todas. ¿Por qué? Porque se identifica con el elector promedio que trabaja, que viaja como el orto hasta llegar a su casa -alquilada porque no puede comprar, o pagando expensas imposibles-, que ve tele para descansar del arduo día de trabajo, que se informa de los temas de la actualidad -o mejor dicho, se fogonea de malas noticias-  y que está cansado de que los políticos hagan casas y les den plata a los pobres para ganar votos. "Porque si a mí me dieran una casa, ¡más vale que los votaría!" Macri se identifica con el resentido. Y esa identificación es la más fuerte de todas. (o si no indaguen acerca del masivo apoyo popular que Mussolini tuvo en la Italia de la posguerra).
Es al nivel de los poros que Macri y/o su idea de ciudad ha logrado instalarse en el electorado promedio, en el ciudadano porteño, y es la razón por la cual ha ganado el domingo, y lamentablemente ganará a fines de julio. Ojalá me equivoque.
Y es que el tipo aparece como una música de fondo casi imperceptible (vean la página principal de youtube, de yahoo, de msn..., de clarin, de la nacion, etc...) que se transforma en el hit del verano que todo el mundo termina cantando. Y bailando. Y entonces se te pega. Y al final estaba buena la canción, ¿Eh? Y terminás bajándotela para bailarla en tu cumpleaños. Si todo el mundo la escucha y la canta no debe estar tan mal.
Si todo termina siendo como creo que va a terminar siendo, me va a alegrar saber que a Filmus se lo va a votar por su idea de ciudad, por su proyecto de construcción de ciudadanía. Me alegrará haber entendido la cara que tenía en 678 en la emisión del 12 de julio, que no era de que los votantes eran unos asquerosos ignorantes que no entendían su proyecto. Su cara, en cambio, estaba diciendo "Esto es lo que pienso, y no voy a correrme de esto para ganar votos. Si no es lo que ustedes, votantes porteños quieren, entonces mi proyecto de ciudad no tiene espacio en la ciudad. Y entonces merece ganar Macri."
Y si pierde, me alegrará saber que fue por eso.

martes, 22 de marzo de 2011

Crepúsculo

 “Vespertino”: lo relacionado con las últimas  horas de la tarde. Astro que se deja ver en el cielo al caer el sol.  La primera definición se ajusta a lo que se conoce como “diario vespertino”, aunque este tipo de periódico sea una especie en extinción, como los yaguaretés. 


Durante muchos años se creyó que era necesario, para miles de personas, que, cuando volvían de sus trabajos al atardecer, tuvieran un menú con las noticias más relevantes que habían sucedido durante la jornada.  Sin canales de televisión, o con éstos poco desarrollados, y sin Internet, ni noticias por SMS, la radio era la otra fuente informativa para conocer “lo último de lo último”. Pero se suponía que el diario en papel tenía más prestigio y solidez intelectual y que, por lo tanto, era el soporte necesario para leer un resumen de lo más importante del día, quizás mientras en trenes y colectivos se volvía al hogar. El vespertino por excelencia era Crónica. Pero en este sitio vamos a mencionar a otro, mucho más fugaz: La Tarde de Buenos Aires,  que nació el 16 de marzo de 1976 y murió en agosto de ese mismo año. Ese diario, que fue pensado como un vespertino un poco menos sensacionalista que sus competidores, tuvo como director a Héctor Timerman, ex candidato a diputado por el ARI de Elisa Carrió y actual canciller del gobierno kirchnerista.
Tomemos a modo de muestra la tapa del 24 de marzo de 1976, tal como hicimos con Clarín de ese mismo día. En el caso de La Tarde, sabemos que llegó a los lectores durante la tarde de aquella jornada, cuando ya todo el mundo estaba enterado de que los militares habían tomado el poder, en un nuevo golpe de Estado que sufría el país. Analicemos su portada, por ser el anzuelo visual hacia el público.
“Prestó juramento JUNTA MILITAR para reorganizar a la nación”, mostraba como título el vespertino dirigido por Timerman.  “Reorganizar”, claro está, era la palabra clave para descifrar cómo sería el tratamiento del periódico de la nueva dictadura.  El diario asumía como propia esa palabra. Si los militares se habían apropiado del poder, era para “reorganizar” al país,  que estaba maltrecho por años de gobiernos peronistas, inflación y violencia política. Por supuesto, como en Clarín, desde las páginas de La Tarde no existían las palabras “golpe” o “dictadura”. Si uno creyera que la realidad se construye únicamente con términos,  para el vespertino no había sucedido un derrocamiento de las autoridades, ni nada parecido.  Tampoco existían menciones a la “democracia”. Discursivamente, ni lo que se había cortado era un gobierno democrático, ni lo que asumía era una dictadura. “JUNTA MILITAR”, a secas. Y que había “prestado juramento” para reordenar al país.
La imagen no es todo, pero pesa mucho. Abajo del título, y ocupando un rectángulo en el centro de la tapa, el lector veía a los tres integrantes de la dictadura que se instalaba en Argentina. De izquierda a derecha, se ve a Massera, Videla y Agosti. Los tres con rostros serios, con el uniforme de la rama de las Fuerzas Armadas que representan, con un fondo austero y, coronando la imagen por sobre la cabeza de Videla, el escudo nacional. Un cuadro serio, solemne. Apropiado para quienes supuestamente son “reorganizadores”.  El epígrafe de la foto indica: “Videla, Massera y Agosti gobiernan desde hoy el país”.
A la izquierda de la foto, otro título dice “Isabel detenida”. Y en la bajada del texto: “Esta madrugada culminó la crisis en que, ante el vacío de poder político, estaba sumida la Nación. Las FFAA, agotadas todas las instancias del mecanismo constitucional-según lo proclamaron a las 3 y 20 de hoy-,  asumieron la conducción del Estado. (…) Oportunamente será designado el Presidente de la República”. Como vimos en Clarín, otro diario golpista, en este caso también la crisis política del país “empezaba a resolverse”, al menos según las palabras del medio, ante el gesto de los militares de “asumir” la conducción del Estado.  Ante una situación límite, en la que hay un “vació de poder” (pese a que hay una presidenta,  funciona el Congreso y están previstas elecciones), las Fuerzas Armadas se esfuerzan, se sacrifican, ponen el cuerpo y se hacen cargo del país, “conduciéndolo”. No dan un golpe de Estado, no derrocan a nadie, no instalan una dictadura. No. “Asumen la conducción del Estado”, y, valga recordarlo, “agotadas todas las instancias del mecanismo constitucional”, no antes.  O sea, hacen algo quizá un poco duro, quizá no tan bien visto, pero “cuando ya no quedaba otra cosa por hacer”.  Cabe aclarar que “todas las instancias del mecanismo constitucional” no habían sido agotadas, ya que no se había logrado destituir a la presidenta por juicio político, ni ella había renunciado, o muerto.
Un párrafo final sobre la empresa que editó este diario: era una firma controlada por David Graiver, un banquero peculiar que desarrollaba tanto negocios financieros tradicionales como aventuras periodísticas y contactos con grupos de izquierda.  La misma empresa editaba el diario La Opinión, que dirigía Jacobo Timerman, padre de Héctor y también, aunque con matices, simpatizante del golpe de Estado que colocaba a Videla al frente del país.  La Tarde, pese a tener una línea totalmente favorable a los militares (¿o quizá por eso?), cerró a los pocos meses de su debut. Y al año siguiente, la propia dictadura a la que los Timerman habían ayudado mediáticamente, secuestraría a Jacobo, quien, luego de años de tortura y cautiverio, fue expulsado del país, acusado por los militares de conocer las relaciones entre Graiver y Montoneros.  Timerman padre murió en 1999. Héctor se dedicó al periodismo, a la política y a la defensa de los derechos humanos y se arrepintió, con bastante retraso, de  haber  dirigido La Tarde de Buenos Aires, ese vespertino procesista que acompañó al teatro de sombras que crearon la casi totalidad de las empresas mediáticas argentinas durante los años de plomo.
Nota: Nuevamente agradezco a Ale, por permitirme reproducir sus palabras. ¡Desde aquí un abrazo arremangado para él!

martes, 25 de enero de 2011

Noticias de ayer…

Durante 1976, un promedio de 300 mil personas compraban Clarín en Argentina.  Por supuesto, la venta aumentaba sábados y domingos, y, en menor medida,  los lunes.  Pero para tomar una referencia, calculemos que 300 mil ejemplares de esa empresa eran comprados en Argentina.  Repasemos el menú informativo que proponía el periódico en 1976, en particular el del miércoles  24 de marzo y veamos, en síntesis, qué le contaba Clarín a “la gente” sobre el golpe de Estado protagonizado por Videla, Massera y Agosti, desde la portada, que es el primer contacto visual con el público potencial del medio. ¿Cómo habrá interpretado ese menú cada lector? Esa tarea, interesante y complicada, queda pendiente.

 
         El mismo 24 de marzo los argentinos amanecieron con otro golpe militar, que derrocaba a la presidenta constitucional, María Estela Martínez de Perón.  Una combinación de simpatía ideológica de los dueños de las empresas comunicacionales con los militares,  la aceptación de la censura y el propio miedo,  que generaba autorregulaciones periodísticas, derivó en una visión totalmente positiva sobre la Junta que gobernaba el país.  ¿Cómo tituló Clarín en su tapa la noticia del golpe de Estado militar y de que, desde ese 24 de marzo en adelante, una nueva dictadura se abatía sobre Argentina? “Nuevo gobierno”. Así nomás.  “Nuevo”, lo que siempre funciona de manera positiva, y gobierno”, sin decir ni “militar”. Menos que menos hablar de “dictadura”, “golpe de Estado”, o “destitución”. Simplemente “Nuevo gobierno”. Es decir, no hay ninguna acción descripta. Solamente se dice algo dado, algo instalado, algo que nadie hizo.
  El copete de ese título, es decir, el texto que se coloca debajo y que amplía un poco la información, decía (las negritas son nuestras): “La prolongada crisis política que aflige al país comenzó a tener su desenlace esta madrugada, con el alejamiento de María E. Martínez de Perón como Presidente de la Nación. En las próximas horas asumirá el gobierno una junta militar integrada por los comandantes generales y presidida por el Teniente General Jorge Videla. La ex mandataria fue trasladada en helicóptero desde la Casa Rosada y allí embarcada en un avión que partió hacia el sur. Será alojada en El Messidor.” Acompañando el copete, una foto de una Plaza de Mayo con unas pocas simpatizantes peronistas congregadas en apoyo de la presidenta derrocada, y otra imagen más reducida del helicóptero que llevaba a Martínez de Perón hacia su lugar de encierro-
   Repasemos, primero, el contenido verbal. Para Clarín, la “prolongada crisis política” que sufría el país comenzaba, en cierto modo, a solucionarse, con el “alejamiento” de la presidenta. Interesante: “alejamiento”, es decir, una actitud de la presidenta de retirarse del poder, no un derrocamiento, no una destitución, no un golpe de Estado. No, un “alejamiento”, que, obviamente, realiza la hasta ese momento la primer mandataria. Como en el título “Nuevo gobierno”, no hay quien realice una acción, o, quien la realiza, es la destituida. No aparecen los militares ejecutando nada. La presidenta “se aleja”, entonces la crisis “comienza a tener su desenlace”, y, por lo tanto hay un “nuevo gobierno”.
  Luego sí aparecen los autores del golpe de Estado, pero desconectados de lo anterior. Por un lado, la presidenta “se aleja”. Por el otro, el gobierno “es asumido” por una junta militar. “Asumirá”, es indicar una actitud de responsabilidad, de compromiso. No hay nadie que ocupe el poder, por lo tanto, las fuerzas armadas lo “asumen”, se sacrifican, se esfuerzan. Fuerzas armadas que, al menos en el relato de Clarín, nada tienen que ver con el “alejamiento” de la presidenta.
     La última parte del copete cuenta qué sucedió con Martínez de Perón. “Fue trasladada”, “embarcada”, “será alojada”…¿quiénes realizan las acciones? No en la realidad, sino en el texto. ¿Quién hace la acción en la frase “fue trasladada”? Al estar en voz pasiva, la acción la hace, en este caso, la ex presidenta. Nadie la destituyó, nadie la obligó  a subir al helicóptero, nadie la trasladó, nadie la embarcó, y nadie hace la acción de alojarla. En última instancia, es ella la que “es traladada y embarcada”, pero en voz pasiva, como si fuera un objeto, una cosa sin entidad. “Será alojada” sugiera prácticamente la confortabilidad de la situación de una turista. ¿Quién se “aloja”? Un turista, un huésped, un viajante. Lo que no se dice, además de que hubo un golpe, es que Martínez de Perón, “Isabelita”, fue detenida por los militares, luego destituirla. O, mejor, “los militares detuvieron a la presidenta, la forzaron a subir a un avión y la enviaron al sur, en donde permanecerá presa en El Messidor”. En el texto jamás se dice lo real: que “Isabelita” había sido destituida y detenida por militares.  Es coherente: si en el texto no hay indicación de un golpe de Estado y no hay militares que realicen acciones, ¿quién iba a detener a la por entonces flamante ex presidenta y por qué? Esas lagunas discursivas, totalmente intencionales, anticipaban lo que sería una constante en los primeros años de gobierno militar: el ocultamiento del terrorismo de Estado, moldeado por la casi totalidad de las empresas mediáticas argentinas…
Esta nota fue escrita por Ale. Me tomé el atrevimiento de reproducirla aquí, porque me parece de una claridad y de una capacidad de explicación impresionantes.
¡Espero que la disfruten!

domingo, 19 de diciembre de 2010

¿Acaso todos los vecinos de Soldati y Lugano piensan igual?

¿Acaso todos los vecinos de Soldati y Lugano creen que la inmigración descontrolada está afectando su calidad de vida?

Tuve la oportunidad de trabajar en dos escuelas de la zona. De pasar tiempo con los profesores y con los chicos. A esas escuelas asisten varios chicos que pertenecen, sobretodo, a la comunidad boliviana.
Seguramente alguna vez esos chicos pueden haber recibido alguna cargada de parte de sus compañeros, porque los chicos también repiten lo que escuchan en la tele o de parte de los mayores. Pero doy fe que gracias a que comparten muchas cosas todos los días y gracias al trabajo de los maestros, estos alumnos entienden muy bien de qué se trata la xenofobia, la diversidad cultural  pero en especial entienden lo que significa la amistad.
¿Qué responsabilidad cabe entonces para aquellos medios de comunicación que, habiendo realizado distintas entrevistas o habiendo tenido la posibilidad de realizarlas, compaginan unos tras otros sólo los testimonios de ciudadanos que quieren que "todos esos bolitas y paraguas se vuelvan a sus países"? ¿Qué responsabilidad les cabe si sólo repiten una y otra vez las declaraciones de un gobernador que encuentra la causa al problema en una cuestión de inmigración descontrolada y en cambio sólo comentan al pasar,  la opinión de quienes creen que la causa está en el problema habitacional de la Ciudad de Buenos Aires, mientras en pantalla se suceden en sinfin las imágenes de personas arrojándose piedras?

miércoles, 15 de diciembre de 2010

El ABC(1) de la “política” macrista a la luz de Soldati

Los acontecimientos ocurridos en Villa Soldati la semana pasada son complejos de abordar debido a que ofrecen múltiples aristas para analizar. En un tiempo donde es tan fácil obtener información como importante desarticular los discursos de los medios concentrados, puede ser útil tomarse un momento para empezar a entender la curiosa (anti)política macrista.



Los hechos indican que el día martes 7 de diciembre se desataron violentos incidentes entre personas que ocuparon el Parque Indoamericano, al sur de la Capital Federal, y “vecinos” de la zona que se oponían a la toma, en los que murieron tres personas (Bernardo Salgueiro, paraguayo; Rosmary Chura Puña, boliviana; Juan Quispe, boliviano).

A partir de allí, se produjeron ocupaciones similares de tierras o espacios públicos que involucran a las peores tácticas del ala derecha del PJ, a barrabravas de fútbol y punteros políticos del PRO y de la provincia de Buenos Aires.

El día martes se llegó a un acuerdo entre el Gobierno nacional y el de la Ciudad que logró destrabar la parte quizás más sensible del conflicto, que era normalizar la situación del “parque”, si es que se puede llamar así, como dijo el jefe de Gabinete Aníbal Fernández, a ese descampado, pero esa es otra historia. El pacto consiste en un plan de vivienda con urbanizaciones y programas de emergencia, por el cual por cada peso que ponga la Ciudad, el Estado nacional aportará un peso. Además, ambas jurisdicciones dejaron en claro que ninguna persona que opte por la vía de la apropiación ilegal de tierras será beneficiaria de una vivienda.

Pero antes de llegar hasta aquí, el Gobierno de Mauricio Macri se mostró en todo su esplendor y dejó en evidencia, una vez más (y van…), su extraño modo de ver la política. Desde la reacción inicial de culpar a la “inmigración descontrolada” hasta victimizarse frente al Gobierno nacional y admitir la inutilidad de la Policía Metropolitana que tantos problemas le trajo, el jefe de Gobierno demostró que ni siquiera puede administrar el distrito más rico del país. Macri y sus amigos se metieron en política para no hacer política, para destruirla y dar paso a la administración tecnócrata, cuyos resultados todos conocemos.

Un par de ejemplos alcanzan para entender que el PRO representa una combinación letal. Por un lado, siente desdén por la política entendida como herramienta transformadora de la realidad (¿cuántas veces lo escuchamos lamentarse por los estudiantes secundarios politizados durante las tomas de los colegios?) y, por el otro, no duda en echar mano de prácticas deleznables que se asocian a lo peor de la política.

De acuerdo a Página 12, fuentes de distintas organizaciones que trabajan en la Villa 20 y en la zona de Los Piletones dijeron que entre las personas que atacaron con armas a los ocupantes había barras bravas, algunos de ellos del equipo Nueva Chicago, al que se lo vincula desde hace tiempo “con el actual jefe del Bloque del PRO en la Legislatura porteña, Cristian Ritondo, de filiación peronista y de buena llegada con el ex presidente Eduardo Duhalde, y con el ex titular de la SIDE Miguel Angel Toma”. Son dirigentes que fogonean a personas muy carenciadas y cuyo accionar es menos claro que su objetivo: desestabilizar al Gobierno y generar un clima de incertidumbre, ante su falta de legitimidad y carencia de ideas.

La situación no es mucho mejor en la Legislatura, donde los miembros del bloque PRO cayeron en chicanas, mentiras y hasta bajezas. Una de las situaciones más vergonzosas se vivió cuando un legislador macrista le gritó al kirchnerista Juan Cabandié que fuera a llevarle “la Constitución a Néstor”. El salvajismo no es patrimonio peronista.

Finalmente, resta mencionar la responsabilidad del Gobierno porteño en el agravamiento del déficit habitacional de la ciudad. Por supuesto que es un problema de larga data, pero el reciente conflicto demuestra que una situación de extrema vulnerabilidad, sumada a un discurso reaccionario y represivo, genera una situación explosiva y muertes.

El nivel de inversión en vivienda social en el territorio del sur de la ciudad es muy bajo: en los primeros meses del año, se ejecutó sólo el 18,6 por ciento de los fondos que la Legislatura destinó al Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC). El problema no es que no haya recursos ni espacios para construir, sino que el Gobierno ha deliberadamente descuidado la ejecución de las partidas. Hay dos datos que hablan por sí solos: si juntáramos todas las viviendas construidas desde el 2003 por el Estado Nacional podríamos llegar desde Ushuaia hasta el Canal de Panamá, mientras que el Gobierno de Macri , según el Observatorio de Resultados del Gobierno de la Ciudad, finalizó 81 viviendas en tres años de gestión.

Macri sigue confirmando día a día, con sus actos y omisiones, lo que es. Estaría bueno (para usar un término bien PRO) que los votantes de la Capital Federal puedan también demostrar lo que son cuando tengan la posibilidad de redimirse en las urnas. Pero la clase media porteña es un sujeto tan misterioso, tan esquivo a los gobiernos populares, que nunca se sabe, ¿viste?